El hidrógeno renovable está llamado a jugar un papel destacado en la transición energética como una herramienta adicional para transformar nuestra economía a largo plazo hacia una economía verde de alto valor añadido.
El Consejo de Ministros del pasado día 6 de octubre aprobó la Hoja de Ruta del Hidrógeno. Con ella, el Gobierno pretende iniciar el impulso del despliegue de este vector energético sostenible. Su objetivo no se centra solo en promover el desarrollo del hidrógeno verde con el fin de apoyar el proceso de descarbonización de nuestra sociedad, sino también con el de crear cadenas de valor industrial innovadoras en nuestro país, apoyadas en el desarrollo de un importante conocimiento tecnológico que nos permita contribuir a la generación de empleo sostenible a largo plazo.
aelēc participó en la consulta pública previa sobre esta Hoja de Ruta el pasado mes de junio. Nuestra postura fue a favor de una estrategia de desarrollo del hidrógeno renovable coherente con los objetivos de descarbonización del PNIEC. Es decir, que promueva, en primer lugar, la utilización del hidrógeno renovable como materia prima en industrias que ya utilizan hidrógeno; y, en paralelo, que fomente su desarrollo tecnológico para que, cuando la tecnología esté más desarrollada, se utilice en nichos en los que pueda resultar más difícil el recurso a aplicaciones eléctricas favorecedoras de la descarbonización, como son el transporte marítimo, la aviación, el transporte pesado de larga distancia y la industria de alta temperatura.
A pesar de sus debilidades actuales (todavía no es una tecnología plenamente desarrollada a gran escala, es menos eficiente desde el punto de vista energético que otros vectores y cuenta con limitaciones en su producción o en su transporte, lo que provoca que su coste sea elevado), el hidrógeno verde o renovable será clave para que España alcance la neutralidad climática no más tarde del año 2050, con un sistema 100% renovable.
Así, el uso más viable del hidrógeno renovable se enfoca en la descarbonización de la industria que actualmente utiliza hidrógeno de origen fósil como materia prima. Sustituir el uso actual de combustibles fósiles en polígonos industriales por la producción de hidrógeno verde resulta más eficiente para descarbonizarlos; en contraste con otros sectores, como el de servicios y el doméstico, en los que resulta más eficiente su sustitución por electricidad.
En este sentido, las necesidades del sector residencial y de servicios pueden atenderse con electricidad, gracias a soluciones tecnológicas como la bomba de calor eléctrica con acumulación que, por su elevada eficiencia, resultan más ventajosas frente al uso de cualquier otro vector energético.
Por su parte, el uso de vehículos eléctricos en el transporte por carretera ofrece ventajas de eficiencia con respecto al uso del hidrógeno verde como combustible. El vehículo eléctrico presenta un rendimiento muy superior al de cualquier otro vehículo, incluidos el de combustión interna convencional, el de gas o el de la pila de combustible. Por tanto, es preferible la utilización del vehículo eléctrico allí donde sea posible (transporte ligero por carretera, transporte pesado de corta distancia) y limitar el uso del hidrógeno verde donde la electricidad no puede llegar: el transporte marítimo, las líneas férreas que no puedan ser electrificadas o el transporte pesado de largo recorrido.
De cara al futuro, el hidrógeno se presenta como una de las opciones tecnológicas fundamentales para descarbonizar aquellos usos energéticos a los que la electricidad no pueda llegar de forma directa. Cuando el hidrógeno sea producido mediante el proceso de electrólisis a partir de electricidad generada con energías renovables y no a partir de combustibles fósiles, esta opción cobrará todo su sentido y valor.