En los últimos años las compañías integradas en la Asociación de Empresas de Energía Eléctrica (aelēc), EDP, Endesa, Iberdrola, Naturgy y Viesgo, han realizado un importante esfuerzo para sustituir el parque de contadores eléctricos analógicos (unos 28 millones) por contadores “inteligentes”. Un proceso culminado en plazo, en estos últimos días de 2018, y que sitúa a España a la vanguardia tecnológica europea.

La digitalización de contadores y redes evoluciona la forma en la que nuestras compañías llegan al consumidor y la manera en la que éste se relaciona con su energía.

Hoy el ciudadano puede conocer y gestionar el uso que hace de la electricidad, adaptándolo a sus preferencias y necesidades. Se abren funcionalidades y oportunidades que le van a permitir ajustar su consumo, optimizar su potencia y favorecer el ahorro y la eficiencia para, así, reducir su factura, con la seguridad de que sus datos están a salvo, sin cederse a terceros -salvo por su expreso deseo, en cumplimiento de la normativa de protección de datos.

Los objetivos de la transición energética pasan por la descarbonización de la sociedad y la economía lo que, a su vez, implica su electrificación. Para ello será preciso apostar por la digitalización y el refuerzo de las redes de distribución, necesarias para la extensión de la energía eléctrica a nuevos usos y sectores (edificación, transporte, industria…), para la integración de un peso creciente de las renovables y para atender a nuevas formas de consumo (como el vehículo eléctrico o el autoconsumo).

Las redes de distribución se convierten así en una herramienta que empodera al ciudadano y le otorga una gran capacidad de actuación. Todo ello, manteniendo siempre los elevados estándares de calidad del suministro español, que permite dar por sentado que tenemos disponible la electricidad, sin tener que preocuparnos más que de pulsar un interruptor.